viernes, 25 de enero de 2008

GUARDERIA, PROYECTO ARQUITECTONICO DE HUNDERWASSER

1. Aumento de la naturaleza en respuesta al asentamiento indiscriminado del paisaje.
2. Una vida en armonía con la naturaleza.
3. Aire del campo en vez de aire de la ciudad.
4. Anhelos de romanticismo y creatividad hechos realidad.
5. Tejados totalmente cubiertos de césped para andar y pasear por ellos.
6. Casas con sistemas de ahorro de energía, frescas en verano y cálidas en invierno.
7. Mejor calidad de vida para vecinos y no residentes.
8. Una salida creativa al punto muerto al que ha llegado la planificación urbana, que sentará un precedente mundial.
De hecho, estas innovaciones no son nada nuevo. Se trata de reconquistar la dignidad humana en la arquitectura, o, simplemente, reconquistar la dignidad humana. ¿A qué se debe el uso indiscriminado de la regla, si todo el mundo sabe que la línea recta es una quimera cómoda, pero peligrosa, que lleva a la ruina? Es increíble que los edificios sigan siendo inhumanos y antinaturales, aunque sea evidente desde hace décadas que la arquitectura Bauhaus se encuentra en un callejón sin salida.
La arquitectura Bahaus, que está en trasfondo de la arquitectura residencial, puede describirse como fría, carente de emoción, dictatorial, cruel, agresiva, blanda, estéril, austera, fría, prosaica, práctica, anónima y vacía hasta el aburrimiento: la quimera de la funcionalidad.
L as viviendas no deben abandonarse a la mafia de la arquitectura internacional, que está motivada por una política cultural y que hace el juego al esteticismo nihilista, frente a las personas.
No es tan breve, si una mafia del arte impone al gran público ( a través de los museos y las revista de arte) un estilo de pintura feo, en sentido negativo, de moda en ese momento. Las tendencias del arte moderno cambian cada año y no hace falta comparar, ni mirarla siquiera.
Pero cuando, esta mafia intelectual, enemiga del hombre y de la naturaleza, obliga a las personas a vivir durante generaciones en casas que proceden de proyectos perversamente modernos y con una construcción carente de inspiración, esta cometiendo un delito permanente.
El sufrimiento obligado de los habitantes de estas casas dictatoriales forma la base de la miseria general, física y espiritual que sufre nuestra cuivilización occidental, el estado, la naturaleza y nosotros mismos. El arquitecto y el urbanista son hoy, más que nunca, débiles marionetas en manos de clientes sin escrúpulos.
Son criados y verdugos de los poderes fácticos de la producción en masa, de la mafia del dinero y de la política de poder. Como criminales de guerra, y, normalmente, en contra de su concienca (si es que la tienen, acatan órdenes obedientemente y construyen campos de concentración en los que la naturaleza, la vida y el alma humana son destruidos sistemáticamente.
La utilización ciega, cobarde y estúpida de la línea geométrica recta ha convertido nuestras ciudades en baldíos desolados, desde el punto de vista estético, espiritual y ecológico.
la línea recta y sus derivados son úlceras cancerosas que envenenan, por igual, la planificación urbana y la salud física.
Nuestras ciudades son la realización de los caprichos dementes de arquitectos criminales que nunca hicieron el juramento hipocrático de la arquitectura: me niego a construir casas que puedan dañar a la naturaleza y a las personas.
Dos generaciones de arquitectos con mentalidad Bauhaus han destruido nuestro medio ambiente.
La llegada del urbanista ha afeado nuestras ciudades, el hombre ha perdido el contacto con la tierra.
El hombre vive aislado de la tierra y de su entorno natural.
Nos aislamos con cemento y plástico.
Ya ni siquiera permiten que el agua se filtre en el suelo urbano; al contrario, se la canaliza afuera. Tampoco dejan que nuestros muertos, que están enterrados a 12 pies de la capa de humus en ataudes geométricos e impermeables, esten en contacto con las plantas o se conviertan en humus.
Por otra parte, la rentabilidad del complejo Hedderheim en su conjunto es enorme y, en lo referente a los cálculos sobre el coste del rendimiento de este complejo, se debe tener en cuenta lo siguiente: los datos sobre las necesidades ecológicas y creativas, los deseos de las personas y sus necesidades espirituales deben almacenarse en nuestros computadores y darles prioridad. Así, los medios informáticos se ponen al servicio de la arquitectura, el urbanismo, la economía, el transporte, la energía y la agricultura, para calcular lo que es barato y lo que es caro, lo que tiene sentido y lo que es perjudicial dentro del contexto general. La consideración de todos los datos disponibles, incluidos los ecológicos y otros datos, debe ser una condición previa a cualquier cálculo.
Por ejemplo, ¿qué objeto tiene construir una casa que es barata porque los proyectistas y arquitectos sólo sumaron el coste de los materiales, el solar y la mano de obra, pero por la que terminamos pagando tanto?
El precio no incluye otros gastos a los que habrá que hacer frente, aunque hubiera sido facil tenerlos en cuenta igualmente; gastos crecientes de calefacción y aire condicionado, aislamiento acústico y contra el polvo y la polución atmosférica. Simplemente porque, por poner un ejemplo, no se proyectó un tejado de césped desde el principio. Los costes aumentarán a consecuencias del vandalismo, la delincuencia, el descontento, las neurosis, el desemplo, los gastos de hospital, el éxodo de las ciudades, el amor propio y la dignidad heridos y el amordazamiento de la creatividad individual, provocado todo ello por una planificación errónea y por no haberse tomado en consideración los componentes ecológicos y creativos en su rica complejidad e interacción de conjunto.
Estos gastos se presentan sin duda, pero más adelante y a las proyectistas les será fácil ignorar las conexiones, causas y efectos; es decir, su responsabilidad.
Mi contribución creativa a la construcción de este complejo debe, pues, considerasrse simplemente como un avance hacia la creatividad de cada individuo. La naturaleza, el arte y la creación son una unidad, nosotros la hemos separado.
Si violamos la creación de la naturaleza, si aniquilamos nuestra creación, nos destruiremos. Sólo la naturaleza incluirá los siguientes puntos:
1. Debemos aprender el lenguaje de la naturaleza, para comunicarnos con ella.
2. Debemos devolver a la naturaleza territorios que nos hemos apropiado y destruido ilegalmente; según el principio de todos los elementos horizontales que hay bajo el cielo pertenecen a la naturaleza, incluidos, tejados y carreteras.
3. Tolerancia de la vegetación espontánea.
4. La creación de la humanidad y la creación de la naturaleza deben reunificarse. La división de estas creaciones de la naturaleza deben reunificarse. La división de estas creaciones ha tenido consecuencias catastróficas para la naturaleza y el hombre.
5. La vida debe estar en armonía con las leyes de la naturaleza.
6. Somos simples huespedes de la naturaleza y deberíamos comportarnos consecuentemente. El hombre es el parásito más peligroso que jamás haya asolado la tierra. El hombre debe volver a su nicho ecológico para dejar que la tierra se regenere.
7. la sociedad humana debe volver a ser una sociedad sin residuos. Porque sólo los que respetan y reciclan sus residuos en una sociedad sin residuos, transforman la muerte en vida y tienen derecho a continuar en esta tierra; pues respetan su ciclo y dejan que renazca la vida.
El hombre anhela inmensamente un hogar en armonía con la naturaleza y la creatividad humana. Pero, ese deseo tan comprensible es precisamente el que se niega a los residentes, especialmente a niños y alumnos. Los personas que siguen obligadas a vivir y aprender en viviendas prefabricadas de campos de concentración y en edificios carentes de inspiración, fríos e insípidos. ¿Qué sentido tiene poseer tantos materiales nuevos, si no lo utilizamos para devolver la naturaleza a la ciudad? Tenemos cemento, hormigón armado, plástico, brea, caucho sintético, acero inoxidable, arcilla expandida y mezclas de estos materiales, también materiales traidicionales como alquitrán, ladrillo, madera, caucho, etc.
Los arquitectos deberían aceptar el reto y construir un hogar que no esté solo destinado a las personas; sino, especialmente, al crecimiento espontáneo en la ciudad.
Un buen edificio debe lograr unir dos cosas:
La armonía con la naturaleza y la armonía con la creación humana individual.
Hace ya mucho tiempo que hemos hecho de la tierra nuestra esclava, con los resultados catastróficos que tan bien conocemos.
Ya es hora de que cambiemos los papeles, que nos situemos bajo la tierra y tengamos encima la tierra. Por supuesto, eso no significa vivir en cuevas oscuras y sótanos húmedos, todo lo contrario.
Podemos tener tierra y árboles sobre nuestras cabezas y tener luz, al mismo tiempo. Situarnos bajo la naturaleza significa, simbólica y literalmente, vivir en casas cubiertas de naturaleza; nuestro deber es restitutir a nuestros tejados la naturaleza que destruimos al construir una casa. De esa forma, la naturaleza que hay en nuestros tejados es la parte de la tierra que destruimos al poner una casa en su lugar. Necesitamos barreras de belleza para engrandecer el mundo de nuevo. En vez de eso, destruimos el lugar en que vivimos y lo que queda de naturaleza salvaje. Y para llegar hasta allí, construimos feas carreteras que destruyen lo que hay entre medias.
Así, el mundo se vueve feo y pequeño. Necesitamos barreras de bellezas con urgencias. Estas barreras de belleza consisten en irregularidades no reguladas y esta irregularidades no reguladas consisten, bien en vegetación espontánea, o en la creatividad del individuo.
(...) Durante decadas, se ha practicado una dura represión rectilínea del alma infantil, lo que ha supuesto la supresión de su creatividad en ciernes, simplemente, mediante una arquitectura asgresiva y uniforme en la que nuestros jóvenes han tendido que pasar los años más importantes de su vida.
Los malos tratos mentales infligidos en escuelas construidas al estilo de los campos de concentración exceden, incluso, al castigo físico que estas escuelas representan.
P ara las jóvenes generaciones de las últimas décadas, formadas en instituciones educativas y jardines de infancia hostiles a la naturaleza y la creatividad, los daños piscológicos permanentes son inmensos. Los niños son menos capaces todavía que los adultos de defenderse de un entorno planificado que destruye la vida del espíritu.
(...) Sólo nosotros hacemos paraísos con nuestra propia creatividad, en armonía con la creatividad libre de la naturaleza.
Viena, 14 de mayo de 1987.

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